“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.” Santiago 1:2-3 RVR1960
La carta de Santiago, quien fue hermano en la carne del Señor Jesus, después de su salutación, comienza directamente animando a sus lectores a hacer algo que resulta difícil de entender, por decir lo menos, a cualquier razonamiento humano. Gócense. No, más bien, “tengan por sumo gozo” cuando estén atravesando por diversas pruebas. Sin embargo, Santiago no nos deja tambaleando sin entender lo que dijo. Él nos da una explicación. No es una simple, pero basta. Cuando nuestra fe es probada, tiene la oportunidad de desarrollar fruto. El fruto en nuestra vida es algo valioso, añorable, algo por lo cual debemos esforzarnos en producir. “En esto es glorificado mi Padre: en que lleven mucho fruto y sean mis discípulos.” Juan 15:8 RVA2015 El fruto en nuestra vida es una evidencia de quienes somos. Cuando damos mucho fruto, nos identificamos a nosotros mismos, no solamente como simpatizantes de una fe, que en cuanto se pone algo difícil salimos corriendo, sino como verdaderos discípulos de Cristo y así glorificamos al Padre. ¿No es eso, lo que estamos buscando? Habiendo dicho esto, podemos entender cómo realmente las pruebas nos presentan oportunidades de avanzar en nuestra vida Cristiana. Sin embargo, si nos damos cuenta que al pasar por las pruebas no estamos produciendo fruto, sino que son motivo de retroceso o incluso reproche, debemos, como aconseja la palabra, pedir sabiduría a Dios.“Si alguno de ustedes no tiene sabiduría, pídasela a Dios. Él se la da a todos en abundancia, sin echarles nada en cara.” Santiago 1:5 TLA
La sabiduría que Dios da nos ayuda a dejar de centrarnos en nosotros mismos, pensando que es injusto lo que estamos pasando, porque ese pensamiento nos estanca. El enemigo quiere que permanezcamos así, porque de esa forma, puede robarnos la oportunidad de desarrollar fruto. Mientras estamos centrados en el pensamiento de que es injusto lo que nos está pasando, más difícil será salir adelante, porque ese enfoque es incorrecto y nos puede llevar a pensamientos que dañarán nuestra percepción de Dios. Pide sabiduría a Dios, para que puedas ver que de ese valle de huesos secos, Dios puede levantar un ejército vivo. Avanza convencido de que a través de esta prueba, puedes producir mucho fruto bueno, y que permanecerá. Leí una frase en un devocional que estoy llevando y te la quiero compartir para entender un poco más, este punto. “Lo que sufres no determina en quién te convertirás. La forma en que respondes a lo que sufres es lo que determina en quién te convertirás.” Por favor, no pierdas la oportunidad de llevar mucho fruto. Que al andar por el desierto, el espejismo que es esta vida terrenal no te haga perder de vista la eternidad. “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” 2 Corintios 4:16-18 RVR1960
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