“No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán.”
Salmos 37:1-2
Es en este salmo del Rey David , donde encontramos reflejado uno de los sentimientos más comunes que podemos atravesar en nuestro caminar con Cristo. La impaciencia.
Si estudiamos la vida de este hombre a quien la Biblia llama “conforme al corazón de Dios” podemos ver, que su vida estuvo marcada por eventos en donde tuvo que confiar enteramente en el control y las promesas de Dios, para sostenerse en pie y aun más increíble y conmovedor es ver como el hecho de en verdad confiar en Dios, abandonándose a sus tiempos y sus formas de obrar. Fue lo que lo llevo a poder alcanzar toda la bendición de Dios para su vida. En la mayor parte de la historia de la vida de David, podemos ver como se se sometió humildemente a cada proceso por el cual Dios lo paso, casi todas las decisiones que tomo las hizo con un inspirador temor a Dios. Amándolo y queriendo honrarlo. David fue un hombre que entendía bien quien es Dios y quien era el. Y aun en el peor momento de su vida podemos aprender del corazón que tuvo, cuando fue confrontado con su pecado.
Es en este salmo, donde David está recitando delante del Señor lo que él ha experimentado al soltarle completamente el volante de su vida, a Dios.
“Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía. Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades. Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo. Porque los malignos serán destruidos, Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.”
Salmos 37:3-9 RVR1960
Que hermosos misterios vemos al descubierto en este Salmo. Claramente nos es revelado cuáles son los caminos del Señor, cuál es la forma en que él trabaja y como su corazón es fiel y es justo. Grabemos estas palabras en nuestro corazón y aún más importante, andemos en ellas.
Rehúsate a vivir tu vida bajo el criterio de tus propias dogmas. No dejes que la impaciencia y la desesperanza debiliten tu fe y te orillen a tomar decisiones o actitudes erradas.
Que en nosotros arda el deseo de que nuestros corazones también sean hallados conforme al corazón de Dios.
“Conoce Jehová los días de los perfectos, Y la heredad de ellos será para siempre. No serán avergonzados en el mal tiempo, Y en los días de hambre serán saciados.
Apártate del mal, y haz el bien, Y vivirás para siempre. Porque Jehová ama la rectitud, Y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; Mas la descendencia de los impíos será destruida. Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella. Vi yo al impío sumamente enaltecido, Y que se extendía como laurel verde. Pero él pasó, y he aquí ya no estaba; Lo busqué, y no fue hallado. Considera al íntegro, y mira al justo; Porque hay un final dichoso para el hombre de paz. Mas los transgresores serán todos a una destruidos; La posteridad de los impíos será extinguida. Pero la salvación de los justos es de Jehová, Y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia. Jehová los ayudará y los librará; Los libertará de los impíos, y los salvará, Por cuanto en él esperaron.”
Salmos 37:18-19, 27-29, 35-40
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