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Foto del escritorCastillo del Rey Cancun

Nuestra Ira no obra la Justicia De Dios (pt. 1)

“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: «Señor, si mi hermano peca contra mí, ¿cuántas veces debo perdonarlo? ¿Hasta siete veces?» Jesús le dijo: «No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. »Por eso, el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Cuando comenzó a hacer cuentas, le llevaron a uno que le debía plata por millones. Como este no podía pagar, su señor ordenó que lo vendieran, junto con su mujer y sus hijos, y con todo lo que tenía, para que la deuda quedara pagada. Pero aquel siervo se postró ante él, y le suplicó: “Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.” El rey de aquel siervo se compadeció de él, lo dejó libre y le perdonó la deuda. Cuando aquel siervo salió, se encontró con uno de sus consiervos, que le debía cien días de salario, y agarrándolo por el cuello le dijo: “Págame lo que me debes.” Su consiervo se puso de rodillas y le rogó: “Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.” Pero aquel no quiso, sino que lo mandó a la cárcel hasta que pagara la deuda. Cuando sus consiervos vieron lo que pasaba, se pusieron muy tristes y fueron a contarle al rey todo lo que había pasado. Entonces el rey le ordenó presentarse ante él, y le dijo: “Siervo malvado, yo te perdoné toda aquella gran deuda, porque me rogaste. ¿No debías tú tener misericordia de tu consiervo, como yo la tuve de ti?” Y muy enojado, el rey lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con ustedes, si no perdonan de todo corazón a sus hermanos.»”

‭‭San Mateo‬ ‭18:21-35‬ ‭RVC‬‬


Hay una razón por la cual Dios nos enseña a NO buscar venganza por nuestra propia cuenta, y es porque cuando nos sentimos agredidos somos casi incapaces de ver la necesidad en el corazón del que, a nuestro parecer, hizo algo incorrecto o nos hizo un daño. Olvidamos tratar a esa persona con la misericordia con la que Dios nos trata a nosotros y corremos el riesgo de volvernos el deudor al que se le perdono una gran deuda pero que es incapaz de perdonar una deuda mucho muy inferior que la que a él le fue perdonada. Decimos “que injusto” y “no me lo merezco” o juzgamos como “malvada” o “mal cristiano” a alguien, pero olvidamos que la única persona realmente calificada para declarar injusto a alguien, es el Señor. Él es el único que puede sentarse en el trono de juez porque él es el único justo. Es el único que tiene el panorama completo de la situación, el único que puede mirar no solamente las acciones, sino también las intenciones en el corazón de ambas partes.


No debemos permitir que haya division entre el cuerpo de Cristo.

Si en lo mas escondido de nuestro corazón estamos en división contra otros, ya sea compañeros, vecinos, familia u otros creyentes, eso siempre saldrá a la luz, nos imposibilitará el echar mano de la misericordia y causará fricciones.


“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;” Efesios‬ ‭4:1-3‬ ‭


Entonces, nuestro mayor interés en un conflicto no debe ser el buscar hacer pagar a alguien, sino asegurarnos de que nuestro corazón esté completamente libre de división. Para ello necesitamos con toda sinceridad permitirle al Señor que nos escudriñe en lo mas profundo y estar dispuestos a escuchar lo que él tenga que decirnos. Se requiere una verdadera madurez y humildad dejar de lado el pensamiento de “no tengo nada personal, en contra de el” Para dejar que sea Dios el que nos muestre lo que hay en nuestro corazón.


Una vez seguros de que ya no hay division o falta de perdón alguna de la que tengamos que arrepentirnos, estamos listos y preparados y podemos dar lugar a que Dios obre en su justicia.

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