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Foto del escritorCastillo del Rey Cancun

Nuestra ira no obra la justicia De Dios (pt. 2)

Porque es preciso que haya disensiones entre ustedes, para que se vea claramente quiénes de ustedes son los que están aprobados.

‭1 Corintios‬ ‭11:19‬ ‭RVC‬‬


La palabra de Dios nos enseña que es NECESARIO que haya disensiones que son desacuerdos entre personas, para que sea notorio a todos nosotros y delante de Dios, los que están aprobados.

En medio de un desacuerdo o disensión con otra persona, nuestra carne quiere salir a toda costa a “defender lo justo” que muchas veces no es otra cosa que defender nuestros propios intereses. Surge la tentación de recurrir a las viejas maneras de hacer las cosas, aun sabiendo que no son sabias ni agradables delante de Dios, pero es por eso que debe haber disensiones, para que se manifieste lo que verdaderamenre hay en nuestro corazón.


Cualquier persona puede decir que ama, que sabe perdonar, que Dios ha obrado en su vida, que ya crucifico a su vieja naturaleza. Pero nada de esto tiene valor si cuando se nos aplica el examen del conflicto, salimos reprobados. Ya que es en estas situaciones en donde sale lo que verdaderamente hay en nosotros.

Debemos buscar con toda intención e intensidad el resultar aprobados delante de Dios aunque eso signifique que aparentemente “perdamos la disputa” a la vista de los hombres.


Porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.

‭‭2 Corintios‬ ‭10:18‬ ‭RVC‬‬


Tenemos en la palabra evidencia suficiente para poner nuestra confianza en Dios y su criterio a la hora de buscar justicia.

Dios aborrece, la injusticia, las estafas, las mentiras, la discordia, la traición, la murmuración. Nada se escapa de su mirada, no puede ser engañado o sobornado, no tiene favoritismo, es imparcial y es implacable a la hora de juzgar.

Y eso es algo que debemos tener completamente claro, Dios no dejará impune el delito.


Dios aborrece la “balanza alterada” (Prov 11:1) Es decir, todo aquello que es deshonesto, injusto o ventajoso. El NO lo pasa por alto, es abominable ante sus ojos, pero también lo es llamar “fatuo” a alguien, según la palabra, incluso el que se enoja contra su hermano ES CULPABLE delante de Dios (Mat 5:22). Cuanto mas “el que siembra discordia entre hermanos” (Prov 6:19).



“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.”

‭‭Santiago‬ ‭1:19-22‬ ‭RVR1960‬‬


Cuando no dejamos el lugar para que Dios juzgue, no buscamos justicia sino venganza y usurpamos la silla de juez, al único que es digno de sentarse en ella.

La trampa de la venganza es que nos reprueba delante de Dios, envía un mensaje que dice “Mi justicia es mejor que la justicia de Dios”

Y en muchos casos esa justicia que tanto perseguimos y defendemos, al grado de querer ejecutarla en nuestras propias manos, es injusticia y rebeldía para con Dios, viene de un corazón soberbio y orgulloso que no es capaz de someterse a Dios.


Juzgue Dios entre tu y yo.


“Mientras el rey David llegaba a Bahurim, salió un hombre de la aldea maldiciéndolos. Era Simei, hijo de Gera, del mismo clan de la familia de Saúl. Les arrojó piedras al rey, a los oficiales del rey y a los guerreros valientes que lo rodeaban. —¡Vete de aquí, asesino y sinvergüenza! —le gritó a David—. El Señor te está pagando por todo el derramamiento de sangre en el clan de Saúl. Le robaste el trono, y ahora el Señor se lo ha dado a tu hijo Absalón. Al fin te van a pagar con la misma moneda, ¡porque eres un asesino! —¿Cómo es posible que este perro muerto maldiga a mi señor el rey? —exclamó Abisai, el hijo de Sarvia—. ¡Déjeme ir y cortarle la cabeza! —¡No! —dijo el rey—. ¿Quién les pidió su opinión a ustedes, los hijos de Sarvia? Si el Señor le dijo que me maldijera, ¿quiénes son ustedes para detenerlo? Entonces David les dijo a Abisai y a sus sirvientes: —Mi propio hijo quiere matarme, ¿acaso no tiene este pariente de Saúl todavía más motivos para hacerlo? Déjenlo en paz y permítanle que maldiga, porque el Señor le dijo que lo hiciera. Y tal vez el Señor vea con cuánta injusticia me han tratado y me bendiga a causa de estas maldiciones que sufrí hoy.”

‭‭2 Samuel‬ ‭16:5-12‬ ‭NTV‬‬


El rey David fue atacado por alguien que sentía que tenía todo el derecho de atacarlo, al grado de afirmar que era Dios quien estaba destruyendo a David, pero David no se defendió, sino reconoció que era un hombre pecador y que tal vez merecía lo que le estaba pasando, incluso que tal vez si era Dios, quien estaba dándole su merecido. Y dejó que fuera Dios quien juzgara lo que estaba sucediendo, humillando el corazón y apelando a su misericordia.


Cuando dejamos todo en manos de Dios, el mirará dentro de cada uno, verá con su imparcial mirada el panorama completo de la situación y obrará en perfecta justicia para quien ha humillado su corazón y ha reconocido que sólo Dios es juez justo.

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